La firmeza de las fases finales exhibida por España para coronarse en la Eurocopa reapareció en un nuevo duelo de grandeza para tumbar al temible ataque de Francia, a la que minimizó con excelencia, con una goleada antes de levantar el pie, para citarse con Portugal en la final.
Intacta el hambre de gloria. Siempre con un nuevo objetivo que provoca que no se añore a referentes de la dimensión de Rodri y Carvajal. Con el reto de convertirse en la primera selección que conquista dos ediciones consecutivas de la Liga de Naciones, en juego con la Portugal del eterno Cristiano Ronaldo, España recuperó la identidad repleta de fortaleza de los partidos decisivos. Pese a sus minutos finales.